El amor y los verbos defectivos

 

Este cuento viene a cuento de otro cuento. Uno de mis primeros intentos narrativos y mi primer encuentro, más bien desencuentro, con la crítica literaria. Fue hace unos cuantos años, en tiempos de estudiante, y lo recuerdo con sonrojo. Yo estaba en Artes y había escrito un cuentito que le di a leer a una amiga de Letras para impresionarla y ver de paso si pillaba la moraleja. En el cuentito, dos fogosos amantes follaban sin descanso en un descampado —aquí ya la debería haber pillado— y tanto era el ardor que primero se derretían anegando valles y luego se evaporaban formando nubes blancas que se alzaban hacia el sol hasta eclipsarlo sin menguar en ningún momento su pasión desenfrenada. En su nueva forma gaseosa proseguían en aérea fornicación dibujando voluptuosos cumulonimbos donde destellaban orgasmos eléctricos y retumbaban por todo el cielo truenos de placer. En cierto momento, los amantes convertidos en diminutas partículas de vapor suspendidas y en constante movimiento echan de menos su anterior estructura sólida que les permitía palparse y manosearse más y mejor y se dicen; Llovamos sobre el polvo y , siendo lodo, sigamos amándonos... Aquí mi amiga, filóloga para más señas, dejó de leer inmediatamente y con la frialdad de un forense y la mirada oblicua de una maestra de escuela me explicó lo siguiente:

—El verbo llover  —me dijo—, es un verbo defectivo, es decir, aquellos que no se conjugan en todas las personas o en todos los tiempos. Concretamente, y siempre dentro de los verbos defectivos, llover, es un verbo impersonal, unipersonal o terciopersonal, que las tres definiciones son correctas, y solo se puede conjugar en tercera persona del singular; llueve. O sea, llovamos ni de coña.

Me devolvió mi manuscrito sin terminar de leerlo y jamás volví a verla.

Hoy me encontré el cuentito entre papeles viejos y tras revisarlo cuidadosamente me reafirmo; si soy un cumulonimbo lluevo, y no hay más cojones, y si la filóloga no quería follar que lo hubiera dicho. No tenía por qué machacar mis sentimientos de aquella manera.


 

 

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