Mi experiencia con los grupos de escritores en Facebook (I)

 El factor humano

Para ir directamente al grano y que no tengas que leerte toda la sarta de lamentos lacrimógenos que vendrá a continuación, voy a empezar con mi opinión clara y desnuda. Los grupos de escritores en Facebook son completamente inútiles y no tienen razón de ser. Así de simple. Huye de ellos.

Ahora voy a explicar las razones objetivas que me llevan a esta afirmación tan rotunda y tan poco edificante, que no son ni la envidia ni el mal rollo como algunos ya estaréis pensando, sobre todo los que estéis al tanto del grupo que creé y acabo de cerrar después de un año. Para los que no lo estéis, os digo que se llamaba Malditas Ediciones y que solo tras eliminar todas las publicaciones, expulsar uno a uno a sus 365 miembros y cerrarlo abrí con el mismo nombre este blog. Porque el nombre me gustaba y además era mío.

Bien. La opinión que tenía de los grupos de escritores en Facebook hace un año era exactamente la misma que tengo ahora, con la única diferencia de que ahora dispongo de datos reales. Comencé a frecuentarlos con el lanzamiento de mi tercer trabajo, Las otras vidas de San Pelayo. Antes ni los conocía. Mis dos anteriores trabajos los tiré en imprentas y los publicitaba en mi perfil personal de facebook pero los vendía y distribuía en persona, al menudeo, a contactos directos, en locales sociales, tabernas y otros tugurios. Fue al trasladarme a Portugal y alejarme de mis círculos que hube de apañármelas para publicar exclusivamente a través de Amazón y publicitarlos solo en redes. Ahí fue cuando recurrí a los grupos de escritores/lectores/libros con la intención de llegar a más potenciales lectores.

“aquí no hay ni un solo lector ni siquiera potencial”

La primera impresión es la que seguro todos conocéis; cientos de grupos con miles de miembros y otros tantos libros expuestos pero ni un solo comentario, “me gusta” o triste reacción. Ahí se forjó mi opinión; no sirven para nada porque aquí no hay ni un solo lector ni siquiera potencial. En los grupos de escritores solo hay escritores como yo intentando vender su libro. Esa es la razón por la que no hay interacción. Todos vamos a vender y ninguno tenemos el más mínimo interés en saber qué venden los demás porque no vamos a comprar, y entramos en una dinámica absurda que consiste en lo siguiente: Unirse a un montón de grupos de este tipo, a poder ser con muchos miembros y colgar todos los putos días el mismo anuncio de nuestro libro una y otra vez, en todos los grupos, todos los días. ¿Por qué hacemos semejante gilipollez?

 

“Spam, spam, spam”

Primero, porque pensamos que colocando nuestra portada y sinopsis en un grupo de cinco mil miembros la van a ver cinco mil potenciales lectores (eso no es así y lo explicaré más adelante cuando hable del algoritmo) y segundo, porque pensamos que cuando esos 5000? la vean, al menos un pequeño porcentaje va a comprar tu libro solo porque diga “Un thriller trepidante que no te dejará indiferente”. Sobra decir que esto tampoco es así, no hay más que pensar que ninguna novela, por horripilante que sea o mal escrita que esté lo va a reconocer en su portada o sinopsis. Todas son excelentes, ninguna te va a dejar indiferente...

“El lector te lee, y si le gustas te sigue leyendo”

La manera de llegar a lector no es ni la portada, ni la sinopsis, ni siquiera una buena campaña de márquetin. El lector te lee, y si le gustas te sigue leyendo. Pero si al lector le das la misma sinopsis un día tras otro solo te recordará para no comprarte jamás porque lo que estás haciendo es SPAM, spam, spam.  Y SPAM es lo único que hay en los grupos de escritores en Facebook. Si hubiera lectores en esos grupos, que no los hay, ya hubieran salido despavoridos ante la avalancha de spam, entradas repetitivas, frases hechas y sinopsis insulsas. Tú huirías.

Por eso, aun teniendo la opinión que tenía, decidí abrir el grupo Malditas Ediciones, precisamente, tal vez de manera ingénua, para intentar romper esa dinámica y conseguir aunar a lectores y escritores. La idea era una especie de revista de literatura, algo como un blog colectivo. Esa es la palabra clave, colectivo, donde los escritores aporten algo que interese a los lectores. Donde las publicaciones, al menos, inviten a dejar un comentario, que es el único indicador fiable de que te han leído. Claro, para eso hace falta que los escritores escriban y los lectores lean pero la dinámica del spam, la ley del mínimo esfuerzo, es difícil de romper y, los escritores no pueden hacer una entrada para cada uno de los cincuenta grupos en los que publican, así que vuelven a colgar el puto libro otra vez y no echan un ojo a las demás publicaciones porque tienen que ir al siguiente grupo a colgar allí también el puto libro, que es lo que interesa, y les va a llevar toda la mañana. Así el grupo vuelve a llenarse de portadas y sinopsis que a nadie le apetece siquiera dar un like porque si no se han ido o pausado el grupo, cualquier lector será la enésima vez que lo ve en un mes. En fin, una tristeza.

Entonces entra en escena el algoritmo de marras, pero eso lo explicaré en una segunda parte de este lastimero culebrón.

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