PERSPECTIVAS FORZADAS
Calma, relax. Que no cunda el pánico. Primero está el cielo, o sea, al final, al fondo. Luego el barco, el mar, mis pies, los tobillos, mis tibias, las gafas y luego yo. Entremedias está mi cuerpo, fuera del campo de visión por la vaguada a que me obliga la forma de la hamaca, y a la derecha debe estar mi gintónic.
Si alzara la cabeza solo un poco el orden cambiaría y el mar y el cielo estarían al final, o sea, arriba, igual de azules y en la distancia pareciendo que se unen. Eso es de Antonio Machín. Luego el barco, sumergido bajo la difusa conjunción cielo/mar, pegado en medio de mis pies, y estos apoyados como capiteles sobre mis piernas como columnas.
En esa perspectiva plana todo se descoloca y yo quedo fuera. Eso es el caos. Prefiero estar dentro así que no pienso alzar la cabeza. Mantengo la línea del horizonte atravesando el barco de manera que todo está en su sitio, obra muerta en el cielo y obra viva en el mar. El cielo se alza como un plano vertical y el mar se vierte hacia mí, se pierde bajo mis tobillos, ahí, a doscientos metros, donde deben de estar chapoteando los niños, o los recuerdos.
En esta perspectiva cónica yo tengo mi sitio, justo detrás de las gafas, y el universo es un haz de luz que apunta hacia mi cara. Eso es el orden. Por eso unas gafas pueden ser prisión y pueden ser refugio, porque ahí es donde reside el yo, detrás de los ojos, entre las orejas. Sí, eso es. Miro los dedos gordos de mis pies y no digo eso soy yo, no, son mis pies, mis uñas, encuadrando el crucero, yo estoy detrás de las gafas, tumbado mi cuerpo en la hamaca pero erguido mi yo dentro de mi cabeza, como el capitán del barco está en su puente de mando mientras espera la orden de entrar a puerto. Yo estoy aquí y en el extremo opuesto está el infinito, desde donde todas las líneas fluyen y hacia donde todas las líneas van. Entre ese punto y yo está el universo. Por eso debo mantenerme aquí, inmóvil, como el barco. Porque ahora mismo soy uno de los extremos del universo infinito.
Mierda. El universo infinito no puede tener extremos porque un extremo es donde terminan las cosas finitas, y el otro donde empiezan. Calma, relax. Puede que no tenga extremos. Puede que no sea infinito. Que no cunda el pánico, o empezaré a creer que fuera de mi campo de visión no existe nada. Me aterroriza pensar que el cielo tenga un desconchón, que el mar esté roto por una esquina, que el universo me atraviese y continúe allende mi cogote. O lo que es peor, que a mi lado no esté el gintónic. Malditos muros de nácar.
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Algunas (pocas) veces lo mejor es cerrar los ojos.
ResponderEliminarSaludos,
J.
De nuevo me haces pensar. No hay nada que sea totalmente cierto o totalmente falso. Solo existe la relatividad.
ResponderEliminarSAludos.